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viernes, 22 de noviembre de 2013

Las quejas de los alcaldes que recibirán la “expansión urbana” del nuevo Plan Regulador

 


  • Las quejas de los alcaldes que recibirán la “expansión urbana” del nuevo Plan Regulador.
Fuente: La Segunda
Quilicura es una de las comunas que acogerá a los nuevos santiaguinos... a partir del 2019.
Quilicura es una de las comunas que acogerá a los nuevos santiaguinos… a partir del 2019.
Santiago, Chile. 21 noviembre, 2013. Quilicura, Pudahuel, Maipú, San Bernardo y La Pintana son las comunas por donde la Región Metropolitana se extenderá en los próximos años.
Así lo fijó el nuevo Plan Regulador (PRMS) para Región Metropolitana, el que fue aprobado por la Contraloría la semana pasada. El instrumento de planificación -que se discutió durante siete años-, extiende en 10.000 hectáreas el radio urbano de la capital y además reconvierte 790 hectáreas de suelo industrial en terrenos para construir viviendas y otros servicios.
La decisión, sin embargo, tiene preocupados a los alcaldes afectados. Si bien las primeras construcciones en esos lugares no se verán antes del año 2019, dicen que los efectos de la expansión pueden ser “devastadores”.
En Maipú, el alcalde Christian Vittori (DC) es categórico: “Esto es un atentado contra la calidad de vida de los vecinos de Maipú, porque es una comuna que no está preparada para soportar, desde el punto de vista de su infraestructura, un crecimiento de esas proporciones”.
-¿Por qué no? 
-Desde el punto de vista de la infraestructura vial, aquí hay obras que llevan esperando materializarse por más de 50 años y otras, como Av. Pajaritos, que aún no se terminan por completo… tal y como estaban diseñadas en planes reguladores anteriores. El problema que tenemos es de conectividad, no tenemos avenidas que se confluyan con las grandes vías del centro de Santiago.
Otro problema práctico, dice Vittori, es que la expansión en su comuna se plantea hacia terrenos que bordean el río Mapocho y “no están garantizadas las condiciones para evitar el dolor de cabeza que hemos tenido toda la vida en la comuna: las crecidas del río. ¿Quién se va hacer cargo de eso?”.
Por su parte, el alcalde de Quilicura, Juan Carrasco (Ind.), agrega que la extensión en su zona no considera la calidad del suelo para la construcción de viviendas. Explica que parte de esas fajas, en su tiempo, “fueron lugares de acopio de basura ilegales, vertederos que superaban los 12 metros de altura y que nosotros erradicamos. La calidad de esos terrenos, a todas luces, es muy difícil de intervenir”.
Y apunta otro tema, que también preocupa a otros jefes comunales: “El plan no considera accesos ni transporte para nuestra comuna. Tenemos una conectividad precaria para cerca de 200 mil habitantes y con este plan debiésemos llegar a los 400 mil vecinos en cerca de 10 años más. Esto es devastador. Va a significar 20 años más de colapso vial”.
La alcaldesa de San Bernardo, Nora Cuevas (UDI), añade que “aún cuando esperamos mayores superficies de nuevas áreas verdes que potencien una mejor calidad de vida, nos preocupa la conectividad requerida para la expansión proyectada, sobre todo pensando en que pasaremos de 300 mil a 750 mil habitantes en 10 años. Esta ha sido una comuna castigada con crecimientos demográficos explosivos”.
Finalmente, el alcalde de La Pintana Jaime Pavez (PPD) dice que hoy (con 220 mil habitantes) su comuna tiene serios problemas en servicios educacionales y de salud: “No estamos en contra de que ciertos terrenos se ocupen para la construcción de viviendas, el tema son las condiciones en que se van a insertar. Si no proveemos esos servicios, La Pintana puede provocar serios problemas al sector sur de Santiago, como Puente Alto o San Bernardo”.
Cambios llegaron tarde, según los expertos
“El camino para que esto se implemente es ‘ripiado’… no una autopista”.
La analogía la hace el doctor en Economía y académico de la Universidad Mayor, Pablo Trivelli , para dar cuenta de la difícil aplicación que tendrá el PRMS. Según el experto, los principales problemas que generará el nuevo plan se deben a estimaciones erradas y vacíos reglamentarios.
Por ejemplo, dice , habrá complicaciones con el porcentaje que se dejó reservado para la construcción de viviendas sociales: “Esta iniciativa contempla que sólo el 8% de los terrenos se destinarán a viviendas sociales, es decir, se emplearán unas 570 hectáreas para ese propósito, con una densidad media de 200 habitantes por hectárea. En otras palabras, se edificarán unas 34.000 viviendas (1.700 al año), lo que resolvería apenas el 24% del actual déficit de viviendas. No es muy lúcido esto, en realidad”.
Otro inconveniente, apunta Trivelli, es el 25% de los suelos de esta extensión que se reservaron para áreas verdes. “El PRMS le encarga al sector privado, por realizar sus proyectos inmobiliarios, la responsabilidad de hacer 1.200 hectáreas de parque. Es una grosería. Porque el Ministerio de Vivienda, entre 1992 y 2002, construyó 340 hectáreas de parque en todo el país. Es desproporcionado entonces que el Estado, cuando no es capaz de construir las áreas verdes que la ciudad necesita, le pase esa ‘mochilita’ al sector privado”, apunta. Además, agrega, el nuevo plan regulador no define lo que es un parque, ni tampoco instruye bajo qué estándares hay que construirlos (iluminación, sistemas de riego, seguridad, etc.).
Vivir en medio de la ciudad
El arquitecto y magíster en Desarrollo Urbano de la UC, David Assael , añade que el instrumento -que se comenzó a diseñar el año 2006-, no consideró un aspecto clave en la vida urbana: el cambio en las tendencias de las personas que viven la ciudad.
Se refiere, específicamente, a la extensión de la ciudad en terrenos de San Bernardo, La Pintana, Pudahuel, Maipú y Quilicura.
“El plan llegó absolutamente tarde. Su proceso de aprobación ha sido largo y engorroso… y al final, lo que pasa en las ciudades es que las tendencias cambian. Por ejemplo, estamos viendo que el crecimiento de las ciudades hacia la periferia, en los últimos años, pegó un giro tremendo. Ahora se está volviendo al centro. Por ello, ampliar ahora el límite urbano, como se está haciendo, no tiene lógica”, dice.
Assael asegura que aparte de contravenir una tendencia, la extensión de la ciudad hará más costosa la vida a las personas que decidan irse a esos lugares: “Será más caro no sólo porque tendrán que regar un jardín, si es que lo tienen, sino porque el tiempo será un factor importante. La gente empieza a resentir lo que significan los traslados desde la periferia hacia el lugar de trabajo, y viceversa”.
Y remata: “Además, está la valoración de las ventajas de vivir en medio de la ciudad… Desde disfrutar del tercer parque urbano más grande del mundo (cerro San Cristóbal), hasta perderte las actividades culturales que están centralizadas”.