- Cada vez es más común que en los edificios de oficinas uno de sus atributos sea la certificación LEED®. Nuestro país incluso está séptimo en el Top Ten mundial en cantidad de proyectos presentados que quieren exhibir entre sus ventajas este sello reconocido internacionalmente, que garantiza que el proyecto es más eficiente en el uso de agua, energía y otras variables ambientales que los que no siguieron esos criterios constructivos. Consultamos a algunos expertos cómo ven este “boom”. Con matices, en algo coinciden: difícilmente se volverá atrás.
Fuente: La Segunda
Santiago, Chile. 1 abril, 2013. En el escenario inmobiliario actual, Chile está a la vanguardia en lo que a construcción sustentable se refiere, particularmente en el ámbito de las oficinas. Así se puede ver en la publicidad y letreros que promocionan con bombos y platillos esta característica de los nuevos proyectos en venta o construcción. En gran medida ello responde a que el mercado local ha venido apostando desde hace algunos años por la denominada “construcción sustentable”, reflejada principalmente en la carrera por obtener certificaciones de reconocimiento internacional, especialmente la LEED®, otorgada por el capítulo chileno del Consejo de la Construcción Ecológica de Estados Unidos, más conocida por su nombre en inglés, el US Green Building Council, organización que promueve criterios de sostenibilidad en el diseño, edificación y funcionamiento de edificios.La preocupación por este tema no es antojadiza, pues se estima que los edificios comerciales, públicos y residenciales son grandes responsables de la energía utilizada a nivel mundial y de liberación de dióxido de carbono al ambiente. La Agencia Internacional de Energía (IEA) considera, incluso, que éstos son responsables de entre el 25% y 35% de las emisiones contaminantes de CO2 emitidas y del 35% del recurso energético utilizado en todo el orbe.
De ahí que temas como dónde se construye, con qué materiales o bajo qué criterios no den lo mismo. Que la preocupación esté radicada en la etapa de construcción tampoco es fortuita, ya que algunas estimaciones consideran que cerca del 25% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero y consumo energético durante la vida útil de la edificación corresponderán a la etapa de la construcción.
Para paliar esos impactos ambientales la mayoría de los nuevos proyectos incorpora medidas de mitigación en tres aspectos estratégicos: consumo de recursos no renovables, el uso de energía, calidad y disponibilidad del agua y la contaminación emitida; los impactos sociales que incluyen la salud de la comunidad, la productividad de los empleados y el bienestar de alumnos y pacientes, y beneficios económicos asociados principalmente a la baja en los costos de operación y mayor valorización de los activos.
En nuestro país, los ojos están principalmente puestos en los criterios constructivos de estructuras sustentables y energéticamente eficientes contemplados en la certificación LEED® (Leadership in Energy & Environmental Design). Pionero fue en 2006 el proyecto Torre Titanium al ser el primero en registrarse para obtener dicha certificación y exhibirla al mercado. Siete años después, Chile cuenta con 25 proyectos certificados y 154 en proceso, lo que ubica al país en los “Top 7” a nivel mundial en cantidad de proyectos registrados LEED®, con un total de 177 .
Proceso todavía voluntario
En general, en nuestro país el parámetro más utilizado para establecer si una construcción es o no sustentable es la certificación LEED®, que según los expertos es la que a una más criterios de sostenibilidad, a pesar de que existen otros parámetros y reglamentos.
En el Green Building Council (GBC) Chile explican que se trata de un proceso de certificación en el cual un tercero evalúa si el edificio cumple con estándares básicos, por ejemplo, en términos de cuánta energía o agua ahorra.
“La construcción sustentable es la práctica de crear estructuras y usar procesos que reducen el efecto negativo en el medio ambiente y en la salud de las personas, a través del uso eficiente de la energía, el agua, los materiales y el terreno, proteger la salud de los ocupantes y mejorar su productividad, y reducir los residuos y la contaminación que produce cada edificio. Para lograr lo anterior, la construcción sustentable considera el ciclo de vida del edificio desde la elección del terreno, diseño, construcción, operación y mantenimiento, hasta su demolición”, destaca Paula Hidalgo, directora ejecutiva de GBC Chile.
La certificación, detalla, provee tanto a los mandantes como a los operarios y usuarios de un edificio una estructura para identificar e implementar soluciones prácticas y medibles para sus procesos de diseño, construcción y operación. Como consecuencia, algunas de las ventajas de esta certificación son lo que hoy se consideran “buenas prácticas de construcción”.
Quienes desean conseguir este sello deben someterse a un proceso voluntario que ha proliferado por el mundo desde el año 2000. Desde entonces su aplicación le ha hecho estar presente en 135 países. Actualmente, LEED® cuenta con sistemas de evaluación para casas, barrios, interiores comerciales, núcleo y envolvente, nuevas construcciones, colegios, retail, establecimientos de salud y edificios existentes.
Avances en oficinas, deuda pendiente en viviendas
A pesar del “boom” que hoy se aprecia, el interés por avanzar en criterios de sustentabilidad y de eficiencia energética no es particularmente reciente. Los expertos recuerdan, incluso, que los primeros esfuerzos en esta línea han venido del propio Estado.
A modo de ejemplo, Cristián Yáñez, subgerente de Eficiencia Energética y Construcción Sustentable de la Corporación de Desarrollo Tecnológico (CDT) de la Cámara Chilena de la Construcción, puntualiza que los primeros antecedentes de este tipo de edificación parten con la “reglamentación térmica”, que estableció algunas medidas de aislación de las viviendas, impulsada por el Ministerio de Vivienda a fines de la década del 90.
“La construcción sustentable comenzó a tomar más fuerza en los últimos años, cuando ya tiene un valor de mercado. En ese contexto las certificaciones, y en específico la certificación LEED®, han aportado mucho al desarrollo del mercado sustentable, especialmente en edificaciones de oficinas y edificios corporativos, no así de viviendas”, comenta Yáñez.
A su juicio, la tendencia que hoy se observa por obtener esta certificación respondería a que de esa manera “es más fácil” arrendar o vender el proyecto inmobiliario. “No hablemos del tema técnico de que ahorran más costos, porque eso es súper discutible, pues hay mucho investigador que dice que el LEED® no funciona o que sí funciona. Pero sí tiene un concepto de marketing que es fuerte y que le ha dado valor de mercado”, plantea.
Con todo, el experto señala que un punto interesante de dicha certificación es que no sólo afecta al edificio en construcción, sino también a los materiales y al entorno del proyecto.
Tan importante ha sido esta tendencia en la construcción de edificios de oficinas que el presidente de la Asociación de Oficinas de Arquitectos (AOA), Yves Besançon –arquitecto que también encabezó el emblemático megaproyecto Costanera Center–, destaca que “así como los arquitectos tenemos que considerar la condición sísmica de nuestro territorio para las estructuras y formas de nuestros proyectos, también debemos considerar que éstos sean sustentables”.
Para el experto de la CDT, la construcción sustentable, y en particular su certificación asociada, sin duda ha significado un valor agregado para cierto tipo de edificaciones, como las oficinas comerciales, pues eso le permite “ganar puntos” en el mercado, con sus proveedores y con los clientes a quienes van a vender o arrendar. No ha sido de igual forma, agrega, en el ámbito residencial.
“En términos de otro tipo de edificaciones, como las casas y departamentos, todavía no está tan considerado porque el cliente final, que pide un crédito hipotecario, busca un menor precio. Si bien se aplican regulaciones como la reglamentación térmica y se ha aprovechado el beneficio tributario para la instalación de paneles solares, medidas más profundas significan aumentar el precio de la vivienda entre 3% y 5%, por lo que hoy este mercado aún no es demandado”, advierte.
Para que ello ocurra, Yáñez apunta a que el ingreso per cápita de los chilenos aún debe incrementarse hasta llegar a los US$ 30.000 o US$ 35.000, como ocurre en países más desarrollados, que es cuando cambian las prioridades de los compradores, pues en un mercado como el local hoy se sigue viendo que se privilegian variables como la seguridad del barrio a la hora de elegir donde vivir.
“Una vez que eso se tiene asegurado, el tema de la sustentabilidad, de la eficiencia energética, del confort térmico pasa a ser más relevante”, explica.
A juicio de Yves Besançon, para que la construcción sustentable se consolide como tendencia es indispensable que exista una participación directa del Estado mediante políticas de subsidio y de beneficios de tipo tributario u otros para incentivar la construcción de edificios sustentables y durables.
“Insisto, lo que más hace falta es que se creen herramientas legales que permitan beneficios y obligaciones sustentables para los proyectos tanto en su diseño como durante su construcción y operación”, subraya.
Impactos reales
En concreto, a la hora de evaluar cuáles son los impactos reales que genera una construcción sustentable, Paula Hidalgo detalla que este tipo de edificación significan un ahorro de entre 24% y 50% en el uso de energía, entre 33% y 39% en la emisión de CO2, 40% en uso de agua y 70% en reciclaje de materiales.
“Los edificios, desde los más pequeños hasta los más altos rascacielos, son responsables de gran parte del consumo energético de nuestro planeta, y por lo tanto, de un importante porcentaje de las emisiones de CO2 contaminantes. Este considerable impacto ambiental causado por las edificaciones contribuye a una destrucción progresiva del planeta, y frente a tan complejo problema se promueven los denominados edificios ‘verdes’ o ‘green buildings’ como una alternativa a la necesidad de edificar”, destaca la directora ejecutiva de GBC Chile.
Pero a pesar de los ahorros, en la Asociación de Oficinas de Arquitectos reconocen que el impacto concreto es algo que sólo se podrá comprobar cuando pase un tiempo prudente “en el que podamos medir empíricamente sus resultados para evaluar su real efecto en el medio ambiente y en la economía en el consumo de energías”, dice Besançon.
“En todo caso, es claro que considerar condiciones que hagan sustentable un edificio produce mayores costos de construcción y por lo tanto incidentes en la inversión inicial pero este mayor costo, éste se ve rápidamente amortizado durante los primeros años de operación en los ahorros de energía y en menores costos de manutención y reposición”, agrega el presidente de la AOA.
Más crítica es la postura del CDT. A juicio de Yáñez, hoy no se pueden decir cuáles son los impactos reales de la construcción sustentable, pues no hay suficientes datos para medirlo.
“Hay gente muy crítica a la certificación LEED®, pues dicen que los ahorros no se justifican o incluso que gastan más que edificios no LEED® porque tiene más ‘accesorios’. Sin embargo, el concepto sí vende; capaz que ahorres menos, pero con el concepto LEED® probablemente vas a poder vender más rápido el edificio y venderlo a un mayor precio, por ese lado va el beneficio”, destaca el ejecutivo, quien reconoce que hoy la construcción sustentable “otorga valor y va a otorgar más valor a futuro. Nosotros estamos en una etapa muy preliminar, pero ya en otros países como Alemania cada vez hay más normas hacia lo sustentable. Ya no se concibe de otra manera. Es un mercado que va a seguir creciendo”.
Una mirada que no comparten en la AOA. A juicio de Besançon, “hace ya un tiempo largo que esto ya no es una herramienta de marketing como efectivamente pudo serlo en algunos casos en un principio. Hoy la sustentabilidad en la construcción es considerada un factor que otorga valor agregado a la obra y que es apreciada y pagada por los usuarios con agrado y que además comprenden su finalidad, tanto para su propio bolsillo como para beneficio de la comunidad en la que están inmersos”.
En este sentido, subraya que hay ejemplos concretos con los cuales se puede demostrar que la construcción sustentable genera impactos reales, como por ejemplo, el ahorro en 40% en energía eléctrica al usar iluminación del tipo LED o ventanas con cristales tipo termo panel, que genera ahorros en calefacción de 50% en comparación con las tradicionales.
“Existen muchos más ejemplos concretos que podríamos enumerar y que están evaluados con buenos resultados en la sustentabilidad de un edificio como materiales locales, evitando largos viajes para transportarlos, o considerar diseños eficientes en el ahorro de energía como quiebra soles, cristales de alta eficiencia o considerar las diferentes orientaciones de las fachadas de los edificios para diseñarlas según sean más o menos asoleadas”, enfatiza Besançon.
Sostenibilidad también alcanza para inmuebles antiguos
La construcción sustentable no sólo apuesta a los nuevos edificios, sino también a pequeñas acciones que se pueden adoptar en los inmuebles más antiguos.
En este sentido, el presidente de la Asociación de Oficinas de Arquitectos destaca que si bien evidentemente un edificio nuevo es más sustentable, pues considera desde su construcción estos criterios, es posible aplicarlo también en una construcción ya existente. Prueba de ello, dice Yves Besançon, es que la certificación LEED® tiene tablas y acciones distintas para obras nuevas así como para las construcciones ya existentes en su calificación.
Destaca que para reciclar edificios antiguos existen acciones que pueden ir “desde el cambio de los artefactos sanitarios de bajo consumo, usar ventanas termopanel y mejorar la aislación térmica de cubiertas y muros en contacto con el exterior. También se deben revisar y modificar los equipos utilizados para enfriar o calentar el ambiente interior. Hoy prácticamente todos los equipos son del tipo ‘verde’ con mejor performance en el consumo de energía. Todo implica una inversión y un costo, pero que se pagará solo en unos pocos años de uso, economizando dinero bajando los consumos eléctricos y otros combustibles”, señala el presidente de AOA.
Por su parte, Cristián Yáñez, subgerente de Eficiencia Energética y Construcción Sustentable de la CDT de la Cámara Chilena de la Construcción, destaca que esto debe partir por la “valoración de las personas”. Esto, explica, porque se ha visto en Europa que cuando la gente vende su vivienda usada debe poner una calificación informando a los clientes cuánto gasta en energía o cuánto consume el edificio. “Eso transparenta la información, que es el paso básico”, detalla.
En el caso de oficinas, el ejecutivo destaca que “se ha hecho con el tema de los aires acondicionados que hoy son más eficientes, con cambio de ventanas, apostar más por la iluminación natural y creo que va a haber un mercado a futuro de todo lo que sea reacondicionamiento de oficinas”.
Cómo se obtiene la certificación LEED
Para obtener esta certificación, el GBC Chile establece siete categorías o áreas de análisis que se distribuyen en créditos que totalizan como máximo 110 puntos. Estas categorías son: energía y atmósfera, sitio sustentable, calidad del ambiente interior, materiales y recursos, eficiencia del agua, innovación en el diseño, y prioridad regional.
El cumplimiento de estos créditos otorga una serie de puntos en función de los cuales se entrega un grado de la certificación que puede ser LEED® Certified, Silver, Gold y Platinum.
En Chile, edificios como el de Fundación Minera Escondida, Titanium La Portada y la Biblioteca de la Universidad Diego Portales han obtenido la certificación Gold, mientras que el edificio corporativo de Molymet fue el primero en obtener la certificación Platinum.